Miedos infundados

«Te amo. Nunca te dejaré». Julia guardó el mensaje de su esposo para poder leerlo cuando tuviera miedo. Una niñez problemática la había dejado con temor de que sus seres amados la abandonaran. Por eso, solía pedirle a su esposo que la tranquilizara y esperaba ansiosa que regresara a casa.

Sustentados por Dios

Con mi familia, trajimos a mi papá a vivir a casa. Una enfermedad degenerativa requería que estuviera las 24 horas en cama y con una sonda nasogástrica, así que estábamos adaptándonos a las nuevas rutinas médicas. Yo también estaba planificando un procedimiento gástrico para mi mamá y lidiando con los exigentes clientes en mi trabajo. Abrumada, un día busqué privacidad en el baño y clamé a Dios: Ayúdame, Padre. Por favor, dame fuerzas para atravesar los días que vienen.

Cristo, nuestra prioridad

«¿Podemos invitarlo a ser el orador principal en nuestra conferencia nacional de liderazgo de iglesias?», decía la invitación de la renombrada organización. Después de leerla, José respondió: «Por favor, permítanme orar primero». Más tarde, cuando rechazó el ofrecimiento, le dijo a un amigo: «Sabía que Dios me estaba llamando a un trabajo editorial en un proyecto misionero, y ese compromiso me quitaría tiempo y energía. Dije que no para poder hacer lo que Dios quiere que haga».

Dios sabe qué es mejor

Ansiosa por un problema de salud de mi sobrina adolescente, me alivió oír sobre un remedio natural prometedor. Pero mi hermana temía que tuviera efectos secundarios. Quise discutir, pero me contuve. Por más preocupada que estuviera por mi sobrina, tenía que respetar la autoridad de su mamá.

El amor de Dios nunca se agota

Cuando su padre, enfermo y anciano, se mudó a vivir con ella, Josie se sintió abrumada por las necesidades diarias para cuidarlo. Los medicamentos eran caros, y las tareas de atenderlo y ser sabia para tomar decisiones, aparte de su otro trabajo «a tiempo completo», la estaban agotando. Se preguntó cómo podría seguir reuniendo y repartiendo fuerzas, sabiduría y amor.

El amor de Dios nunca se agota

Cuando su padre, enfermo y anciano, se mudó a vivir con ella, Josie se sintió abrumada por las necesidades diarias para cuidarlo. Los medicamentos eran caros, y las tareas de atenderlo y ser sabia para tomar decisiones, aparte de su otro trabajo «a tiempo completo», la estaban agotando. Se preguntó cómo podría seguir reuniendo y repartiendo fuerzas, sabiduría y amor.

No murmurar contra Dios

Como respuesta a la oración, unos fondos inesperados del seguro de Alex ya habían pagado su tratamiento dental. Ahora era necesario otro tratamiento. ¿De dónde sacaré el dinero?, murmuró Alex, preocupado.

Seguir los planes de Dios

La ansiedad me impedía concentrarme en un proyecto de trabajo; tenía miedo de que mis planes no tuvieran éxito. Mi ansiedad provenía del orgullo. Creía que mi cronograma y procedimientos eran mejores, por eso quería que avanzaran sin obstáculos. Sin embargo, se me cruzó una pregunta: ¿Son tus planes los planes de Dios?

Encontrar amor en Dios

Cuando era niño y le preguntaban: «¿Qué quieres ser cuando seas grande?», Ben decía: «Quiero ser como David». Su hermano era deportista, sociable y muy buen alumno. Por el contrario, Ben dice: «Yo era malo para los deportes, tímido y con problemas de aprendizaje. Siempre quería tener una relación cercana con David, pero él no. Me llamaba “el aburrido”».

Las promesas de Dios

Fue doloroso ver que mi papá perdía la memoria. La demencia es cruel; quita la memoria de las personas hasta que no recuerdan nada de lo que vivieron. Una noche, tuve un sueño que Dios usó para alentarme. Él tenía un pequeño cofre en sus manos, y me dijo: «Todos los recuerdos de tu papá están guardados aquí. Mientras tanto, los cuidaré. Y luego, un día, en el cielo, se los devolveré».